martes, 27 de marzo de 2012

¿Quiénes somos, a dónde vamos?


Claudia Rodríguez León

Fotos tomadas de la Internet

“La Nación ha seguido, invariablemente, cambiando todo lo que deba ser cambiado, conforme a las más altas aspiraciones del pueblo cubano y con la libre participación de este en las decisiones trascendentales de nuestra sociedad, incluidas las económicas y sociales que en casi todo el mundo son patrimonio de estrechas élites políticas y financieras.

“Sin razón, a Cuba se le calumnia, pero nosotros confiamos en que la verdad, de la que jamás nos apartamos, siempre se abre paso.” (Palabras de Raúl Castro al dar la bienvenida al Papa Benedicto XVI en Cuba)


El destino del pueblo cubano está signado por la forja de una nación que inició temprano sus ansias libertarias e independientes. El prebístero Félix Varela, el primero que nos enseñó en pensar, había signado en sus Lecciones de Filosofía la “lección única de patriotismo” en hacer ciencia, cultura, educar, trabajar, construir, desgarrarse hasta lograr que Cuba al fin fuese “el hogar común de todos” y definía (este concepto) como la “más sagrada misión patriótica”.
Olvidar, pretender borrar la memoria histórica de un pueblo que ha sido capaz de enfrentar los más grandes retos impuestos por la naturaleza imperialista de la mayor potencia del mundo no ha resultado fácil. Incluso, olvidar la intervención de un ejército foráneo, el de Estados Unidos, cuando se había logrado conquistar la independencia de la Isla en la manigua cubana.
José Martí, fecundo y prolijo en su entrega a Cuba, apenas tenía 15 años cuando se iniciaron las guerras por la independencia cuando escribió su primer soneto: Diez de octubre, en franca y abierta alegoría a la importante fecha que nos llevó al primero de enero de 1959 con el triunfo de la Revolución cubana.
Desde entonces hasta la fecha, todas las administraciones estadounidenses han fraguado planes para atacar a Cuba: invasiones, introducción deliberada de enfermedades, sabotajes a instalaciones productivas, atentados contra sus principales dirigentes, ¡¡¡ contra el pueblo de Cuba!!! ¿Cómo olvidar Girón, Boca de Samá, Barbados?
Planes que se fraguaron con el apoyo del gobierno de Estados Unidos _país que protege a los terroristas basificados y entrenados en su territorio_, nación que ha dictado leyes extraterritoriales para satanizar y aislar a la Mayor de las Antillas del resto del mundo.
Los esfuerzos del Estado cubano para garantizar la adquisición de recursos básicos para el país han sido multiplicados. Sin embargo, a pesar de las condiciones impuestas por Washington con su absurdo y genocida bloqueo, nuestro país ha dado muestras de no andar de pedigüeña por el mundo (como apuntaba Martí), sino de hermana.
Estremecedor resulta el pasaje en el cual describe nuestro José Martí al maestro José de la Luz y Caballero: “…ha creado desde su sepulcro, entre los hijos mas puros de Cuba, una religión natural y bella, que en sus formas se acomoda a la razón nueva del hombre, y en el bálsamo de su espíritu a la llaga y soberbia de la sociedad cubana; él, el padre, es desconocido sin razón por los que no tienen ojos con qué verlo, y negado a veces por sus propios hijos”.
Tal pensamiento es esclarecedor y rotundo cuando encontramos, entre los cubanos, aquellos dispuestos a seguir los planes imperialistas de rendirnos por hambre, de dividir a nuestro pueblo y sembrar la desesperanza de poder construir una sociedad de todos y para el bien de todos.
Eso es lo que no pretenden apátridas y grupúsculos contrarrevolucionarios que, en total irrespeto a los valores de nuestra nación _forjada en el sacrificio y alto sentido de independencia_ ha mantenido la fe legada por sus próceres e, incluso, en la propia veneración a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre (patrona de Cuba) que ha sido multiplicada por la presencia en nuestro país de su Santidad #Benedicto XVI, peregrino de la Virgen de la Caridad del Cobre
Mucho es el dolor y el sufrimiento compartido por el pueblo cubano en todos estos años de #bloqueo imperialista, el de los niños que padecen en las clínicas oncológicas a donde llega todo el amor, la sabiduría y el respeto de los médicos cubanos, impedidos de disponer de los recursos que prohíbe adquirir (a entidades o filiales norteamericanas) cualquier administración estadounidense. No obstante, Cuba ha logrado imprescindibles aportes a la medicina mundial como lo reconoce la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Cuba tiene mucho que enseñar, los niveles de salud para su pueblo y de lo que hace para el mundo son muy altos, expresó el doctor Anarfi Asamoa-Baah, subdirector general de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 
Otro de los grandes intelectuales cubanos, Cintio Vitier, expresaba acerca de los cuadernos martianos y en referencia a la carta de enero de 1892 del Apóstol a su amigo Angel Peláez, reitera lo anterior y agrega a otro prócer no cubano:
“Por dos hombres temblé y lloré al saber de su muerte, sin conocerlos, sin conocer un ápice de su vida: por Don José de la Luz y por Lincoln”. A lo que añade, siempre minucioso en sus valoraciones morales: “Por Lincoln, que merece el llanto, aun cuando luego supe que le quiso oír al intrigante Butter el consejo de echar sobre ‘el basurero de Cuba’ toda la hez y el odio que quedó viviente de la guerra contra el Sur”.
Seguidamente Cintio escribe:
“También he reiterado, siguiendo siempre los principios educacionales y pedagógicos de Varela, Luz y Martí, las ideas que conforman la Guía para los maestros de las aulas martianas, en la que se apela sobre todo a la creatividad de los docentes, la espontaneidad de los alumnos, la atmósfera conversacional, amena, emotiva y reflexiva, la formación ética y estética integral, la inseparabilidad de los valores patrióticos y los valores íntimos, la soberanía de la inteligencia y el cultivo de los sentimientos, el “ser por sí” pero no “para sí”, la realización de la persona “con todos, y para el bien de todos”.
Así piensa y actúa nuestro pueblo. La visita de su Santidad Benedicto XVI es un reconocimiento y un acto de fe que también se agrega a la memoria histórica de una nación que fue bendecida por el beato Juan Pablo II, en su inolvidable visita a nuestro país.