Claudia Rodríguez
Pudiera haber dejado el
título ¿Bola escondida o prospecto imperial contra Cuba?, pero realmente
funciona en afirmativo, una verdad que ha sido parte de la estrategia intervencionista
del gobierno de Estados Unidos para estimular el éxodo de cubanos, en forma
ilegal, el robo de cerebros (recuérdese la política seguida al principio de la
Revolución cubana para dejar, a la Isla, sin médicos) y de talentos en todas
las manifestaciones deportivas, con especial énfasis en la pelota cubana porque
representa el deporte nacional de la Mayor de las Antillas.
La afición cubana conoce,
perfectamente, el altísimo costo de cada fiesta (Serie Nacional de Béisbol) en
relación con la adquisición de los recursos imprescindibles con el fin de
garantizar la preparación de los atletas, la disponibilidad de los implementos
deportivos (cada vez facturados con alta tecnología y un, también, alto precio
en el mercado internacional), el mantenimiento de las instalaciones, energía
para el alumbrado, transportación… todo un conjunto de factores que implica fuertes
inversiones por parte del Estado. Por supuesto, no he referido lo que cuesta
formar un atleta, en medio de las más precarias condiciones que genera el
bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos contra Cuba, por más de
medio siglo.
El propósito de subvertir
la actividad beisbolera en Cuba, ha llevado a la caza de talentos entre los
equipos de las diferentes provincias del país. Detrás de toda la maquinaria
propagandística contra la Isla, se agudiza el objetivo de comprar peloteros.
Sin embargo, cuando son detectados los posibles emigrantes ilegales y, en
consecuencia (lógica) suspendidos de la actividad deportiva, no dudan un segundo, los propios medios de
propaganda norteamericanos de hacer su juego de esconder la bola, manipular e
intentar confundir con sus lanzamientos de mentiras mediáticas.
Tal es el reciente caso de
los atletas Dayron Varona y Jorge Hernández quienes fueron excluidos del actual
campeonato local luego de ser sorprendidos en un intento de salida ilegal. El
jugador de jardines, Varona (25 años) y el lanzador Hernández (23), formaban
parte de los equipos de Camaguey y Cienfuegos, respectivamente.
Según reporta el nuevo
herald, en lo que va de año, unos diez beisbolistas cubanos fueron excluidos de
sus equipos y sancionados por intentar abandonar la isla de forma ilegal. El
diario _en su guerra mediática contra Cuba, señala que “los intentos de fuga se
han incrementado en el béisbol local en los últimos meses, a pesar de que el
gobierno de Raúl Castro aprobó en septiembre una nueva política de remuneración
para los deportistas, que fija aumentos sustanciales de salarios, premios por
resultados y permisos para fichar en clubes extranjeros”.
Argumenta el libelo que “Esa
nueva política salarial implica un regreso al deporte rentado, que había sido
abolido por Fidel Castro en 1961” y agrega que “expertos locales consideran que
el aumento de las fugas responde a los contratos millonarios que han firmado
algunos beisbolistas locales en las Grandes Ligas y al excepcional año que
tuvieron algunos emigrados, como el lanzador José Fernández (Marlins de Miami),
Yasiel Puig (Dogers de los Angeles) y Yoenis Céspedes (Atléticos de Oakland)”.
Los cambios que se aplican
en Cuba son para reestructurar y fortalecer el modelo económico para continuar
la construcción del Socialismo. En ningún modo significa un retroceso, en el
caso del deporte ni en otra esfera, a las formas y métodos del deporte
profesional rentado, que existía antes del triunfo de la Revolución de enero de
1959, que tantas vidas de atletas costo a la Isla.
La manipulación y negativa de
las visas, por parte del gobierno de los Estados Unidos (Acuerdos migratorios
Cuba-Estados Unidos), se agudiza con la negación de visaje, por parte de la
Casa Blanca, para encuentros académicos y deportivos a cubanos y ciudadanos
norteamericanos. Es una incuestionable realidad. En el caso de los peloteros,
no solo se trata de mantener esta político de robo de talentos, sino de
intentar desmembrar las potencialidades de los equipos en un intento por destruir
los esfuerzos del Estado cubano para garantizar la continuidad de la pelota
como deporte nacional.