sábado, 26 de mayo de 2012

Washington muestra sus naipes en la última yarda


Claudia Rodríguez León

Fotos tomadas de la Internet


Sumario: El gobierno de Estados Unidos parece haber renunciado a la continuidad de la “política suave” que proponía _desde su campaña por la candidatura a la administración federal el señor presidente Barack Obama_ y arremete fieramente contra las dos naciones latinoamericanas que enfrentan las presiones bélicas incluidas en su política exterior hacia esta parte del sur del hemisferio.

¿Quién paga la subersión emitida desde Radio y TV Martí?




La reciente declaración mentirosa de la Casa Blanca al denunciar una supuesta “represión sistémica” de los derechos humanos en Cuba y la creciente “concentración de poder” en la rama ejecutiva en Venezuela, deja claro el cabildeo de Washington en un intento por marcar (al estilo del rugby americano) un tanto que le obliga a quemar los naipes y develar las intenciones de eliminar la posibilidad de continuarse una verdadera Revolución socialista en Venezuela y concentrarse tratar de desvirtuar el ejemplo que constituye para el mundo los avances de la Revolución cubana.
En su esfuerzo por mantener la tendencia de guerra fría contra Cuba, la administración norteamericana necesita que los grupúsculos contrarrevolucionarios (las llamadas damas de blanco, entre otros) que pagan, a través de sus funcionarios de la SINA, no tenga dificultades al realizar su labor mercenaria y califica, cínicamente, que la legítima y constitucional actitud del Gobierno cubano “dificulta la libertad de expresión y criminaliza la disidencia en ese país”. ¡Increíble!
En su informe anual sobre la situación de derechos humanos en el mundo _recuérdese que Washington no renuncia a sus planes hegemónicos imperiales que le llevan a mantener una vigilancia real (incluye los sistema operativos de vigilancia ciberespacial: redes y plataformas de la Internet) tanto sobre los ciudadanos norteamericanos y el resto de las naciones_ se atrevió a publicar en los informes relativos al 2011, del Departamento de Estado, la presencia de “altos niveles” de abusos a los derechos humanos en Honduras, así como las violaciones persistentes en esa materia en México en medio de “la lucha del país contra el crimen organizado”. ¡Increíble!
En relación con Honduras, país convertido en una enorme base militar norteamericana, resulta obvio el gorilazo que permitió el secuestro del expresidente Zelaya. En cuanto a México solo basta hacer la referencia a la situación creada por el impacto de las políticas neoliberales que sumergió a ese país en la terrible guerra del narco (con el crecimiento del poder de los carteles de drogas) a partir del desmembramiento del poder gubernamental de la nación azteca;  debido a la dificultad para enfrentar la crisis económica que, por demás, se agudizó con el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TCLCAN) y dejó a millones de mexicanos en las manos de los traficantes de personas y drogas.
Según el informe del Departamento de Estado norteamericano, en Cuba se impusieron restricciones severas a los medios de comunicación, mientras que aumentó la frecuencia” de las detenciones “arbitrarias” de activistas de derechos humanos”.
Primero se debe tener en cuenta que Estados Unidos no tiene ninguna autoridad para determinar cómo deben ser los medios de prensa en Cuba y mucho menos considerar que la disidencia, que está formada por grupúsculos integrados desde uno hasta dos o más miembros, tengan esa “libertad” que busca la desobediencia civil y viola las regulaciones constitucionales aprobadas por el pueblo cubano. 

 (En la imagen las llamadas Damas de Blanco, el reportero resultó un agente encubierto de la Seguridad Cubana que demostró la relación de estos grupúsculos pagados por Washington en su guerra encubierta contra Cuba).

Por supuesto, no les basta con los millones de dólares empleados en mantener las mal llamadas Radio y Televisión Martí, que emiten ilegalmente programas subversivos desde equipos y tecnología que aporta el propio gobierno de la Casa Blanca e incluye algunos medios de los más sofisticados de su arsenal en el Pentágono. Tal es el caso del globo aerostático y aviones avanzados del tipo Hércules C-130.
Por demás, la existencia y operatividad de un Comando Ciberespacial establece los patrones de una estrategia intervencionista a través del espacio radiotécnico y el “bombardeo” de emisiones radiales y televisivas que violan todas las normas internacionales establecidas para la comunidad internacional.
En tanto, en Venezuela, señala el documento, señala que “el presidente Hugo Chávez recurrió a la Ley Habilitante, aprobada en diciembre del 2010 que le concede poderes especiales durante 18 meses, para decretar leyes contra “derechos fundamentales de propiedad y económicos”, sin “consulta ni aprobación de la Asamblea Nacional (Parlamento)”, indica. ¿Acaso este cuestionamiento estadounidense no es injerencista? ¿No les basta con el fracaso del asesor del candidato de Estados Unidos para ocupar la presidencia de Venezuela?
Como si no bastara, Washington, expresó que “el Gobierno venezolano tomó acciones para impedir la libertad de expresión y criminalizar la disidencia, acosó e intimidó a cadenas de televisión privadas, a periodistas y que sus ataques mediáticos estuvieron impregnados de antisemitismo”. ¡Increíble!
El documento emitido por el Departamento de Estado advierte que, en la última yarda de su período presidencial, el actual mandatario prepara el terreno para una etapa de agresiones mucho más directas que pudieran cambiar el curso de los acontecimientos en sus planes bélicos y concentrarse en Latinoamérica con intervenciones militares directas (recuérdese Panamá), golpes de Estado y apoyo financiero a los grupos de oposición para mantener el caos, única forma de preservar sus interese extraterritoriales en un río revuelto y socavar el propósito de una Latinoamérica unida y antiimperialista.


La basificación militar de América Latina es retomada en la estrategia imperial. De ahí la presencia de un fuerte dispositivo naval resumido en una de las flotas operativas de Estados Unidos en la región.