viernes, 1 de junio de 2012

Disculpas a destiempo


Claudia Rodríguez León

Fotos tomadas de la Internet


No cabe duda de que ya agoniza el fulgor que llevó al señor Barack Obama a la silla presidencial _en una fastuosa ceremonia más bien concebida como un reality show_ y que los círculos de poder comienzan a mover a la nueva superestrella: el señor Mitt Rommey. De hecho tal parece que solo se discutirán estas dos canditaturas: Obama (cesante o saliente) y Rommey (nuevo caballo de guerra) para continuar los propósitos del gobierno de Estados Unidos de controlar los recursos naturales y financieros de todo el mundo.
De hecho cada vez más se ridiculiza en sus propios medios de prensa la imagen del hombre afroamericano que se utilizó como pieza de cambio en un momento que Estados Unidos entraba en el período más crítico de su propia crisis y donde los valores nacionalistas fomentados  a partir de una prensa cerrada al mundo y capaz de estimular el sentido nación elegida para gobernar el planeta, comenzaban a palidecer entre los contribuyentes, al perder credibilidad la propaganda del gobierno, a crecer la desconfianza de los inmigrantes (blancos pobres, latinos, afroamericanos e inmigrantes), a mostrarse escéptica la opinión pública en relación con las guerras imperiales en Iraq y Afganistan.
Demasiadas muertes, irreparables consecuencias de los suicidios entre los jóvenes y soldados invasores… el surgimiento de un movimiento mucho más consecuente y políticamente preparado (salvando las distancias) que el de los años de oposición a la guerra contra Viet Nam. Me refiero al movimiento de indignados que se propagó de Wall Street a las principales ciudades del mundo capitalista, precisamente a las naciones que integran la coalición imperial junto a la Casa Blanca.
Recientemente el gobierno estadounidense se disculpó por un error del presidente Barack Obama, al utilizar la expresión: "campo de exterminio polaco" durante una ceremonia en la propia Casa Blanca. El hecho provocó una reacción de rechazo por parte de los polacos claro está. Washington se esforzó por hacer ver que "el presidente se equivocó al hablar, se refería a los campos de exterminio nazis en Polonia. Lamentamos este error". Así lo determina un comunicado, enviado a Efe, por una portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Por supuesto, ¿Alguien se cuestiona cómo es posible que el premio “novel de la paz (me gusta escribirlo en baja y con falta de ortografía en nobel, no creo en ese título para ningún presidente norteamericano. Tampoco creo que ha sido dado con certeza en la mayoría de los casos, pero no es mi objetivo en este artículo) pueda equivocarse en un asunto histórico elemental?  La respuesta puede ser muy simple: el señor Barack sigue el guión escrito por sus asesores de la Casa Blanca, pensar, en el caso de un presidente de Estados Unidos no es su trabajo. La labor del mandatario en Estados Unidos consiste en obedecer, presentar la imagen que se requiere y nada más.
El “error”, en el guión escrito para el presidente, se produjo el martes (29 de mayo de 2012) durante una ceremonia en la que el señor Obama otorgó la Medalla de la Libertad _el máximo honor civil en Estados Unidos_, a 13 personalidades entre ellas, y post morten, al señor Jan Karski (1914-2000), un estadounidense de origen polaco que luchó contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Al referirse a la historia del señor Karski, el presidente Obama, habló de "campo de exterminio polaco" en referencia a los campos de concentración nazi en Polonia. Un término que, desde hace años, Polonia ha excluido al referirse al campo de concentración nazi en la ciudad de Auschwitz, así como de otros tenebrosos sitios construidos por los fascistas alemanes para eliminar a miles de personas.
Las palabras de Obama "tocaron a todos los polacos", sostuvo el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, en un comunicado divulgado por la cadena CNN. Argumentó que: "No podemos aceptar esas palabras incluso si vienen del líder de una potencia amiga, ya que esperamos diligencia, cuidado y respeto de nuestros amigos en cuestiones de importancia como el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial", subrayó.
Por su parte, el ministro polaco de Exteriores, Radoslaw Sikorski, escribió en su Twitter que es "una pena" que la ceremonia para honrar a Karski "se viera ensombrecida por la ignorancia y la incompetencia".
No entiendo el asombro del canciller polaco. ¿Qué podía esperar? La historia de los millones de muertos en la Gran Guerra Patria que llevó a la muerte a 20 millones de soviéticos y otros millones de personas de diferentes nacionalidades ha sido borrada por obra y gracia de Washington. Solo basta recordar, por estos días se conmemora la fecha en el mes de junio, con relación al final de la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos aparecieron como los héroes de aquella conflagración cuando intervinieron al final de la guerra en un frente que se abrió en Normandía. ¿No ha visto las películas de Hollywood el señor Sikorski? ¡Los buenos son los americanos!
Para compensar el error de Obama, el vocero de la Casa Blanca no pudo usar una frase más lapidaria: "no debe hacer olvidar la clara intención de homenajear al señor Karski y a esos valientes ciudadanos que estaban del lado de la dignidad humana frente a la tiranía". Así fue subrayado por el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. En otras palabras, “tierra y pisón” al escabroso asunto. El señor presidente de Estados Unidos puede equivocarse, aunque sus errores sean olvidar la historia y llenar de sangre y luto a muchísimos más millones de personas con las nuevas guerras de exterminio que realiza Washington y su coalición imperial para controlar los recursos naturales de todo el planeta.





   ¿A qué presidente se le ocurre oficializar una ceremonia con un burro?
  
Obama ya tiene varios títulos para el libro de “errores” presidenciales que debe escribirse algún día para que se vean los horrores de quienes dirigieron la potencia imperial más letal del mundo.


En nombre del futuro


Claudia Rodríguez León

Fotos tomadas de la Internet

“Si no creyera en la locura/ de la garganta del sinsonte/ si no creyera que en el monte/ se esconde el trino y la pavura”. (La Maza, Silvio Rodríguez

Sumario: resulta difícil escribir una nota por el Día de los niños. En realidad me llega un mundo de imágenes que pujan por salir entre las primeras.

Siempre me resulta difícil escribir una nota por el Día de los niños. En realidad me llega un mundo de imágenes que pujan por salir entre las primeras. Muchas de ellas ni siquiera las viví, pero hoy, de manera especial, quisiera hablar de algunas de ellas. En particular del “bombardeo de juguetes” realizado sobre las zonas montañosas de Cuba cuando la Revolución apenas iniciaba este largo camino que ha garantizado a generaciones de cubanos su participación en la construcción del futuro de una patria para todos.
Aquel “bombardeo” fue un verdadero desafío a la imaginación de los pequeños que vieron llegar juguetes en sus paracaídas, una gigante piñata que se extendió a las zonas montañosas de nuestra Isla y donde la miseria y la muerte _como única suerte para los olvidados de la Cuba seudorepublicana_, se disputaban las vidas tempranas de quienes no podían llegar a los hospitales sino era desbrozando montes o sobre los ríos.
Después fueron casi niños los que protagonizaron una de las más grandes campañas por el bien de todos a escala mundial: la alfabetización de millones de personas en un tiempo heroicamente corto.
Es difícil escribir estas líneas, sobre todo para quienes vivimos, cada mañana, el privilegio de verles hacer florecer las calles mientras se dirigen a sus escuelas, de la mano de sus padres, de sus abuelos o abuelas, haciendo un montón de preguntas, descubriendo todo lo bello que tiene el mundo de esperanzas y libertades que legaron los próceres de la Patria y los que aún, desde el encierro injusto _me refiero en especial a nuestros Cinco Héroes_ continúan la batalla en las cárceles del imperio para evitar que otros no puedan cumplir sus sueños debido a las acciones terroristas que cegaron sus vidas por orden del imperio norteamericano.
No me hubiera atrevido, por vez primera, a esta crónica sino recordara mi pregunta a por qué la bota del monumento al Che, frente a la sede del Partido en Santa Clara, tiene un color de sol, casi bruñido el metal que contrasta con el resto de la épica y legendaria figura del eterno guerrillero que nos inspira en la tradición de sus pequeñas voces que también fueron nuestras: “Seremos como el Che”.
La respuesta la observé una mañana. Cada niño o niña que pasaba acariciaba con su manito en un gesto de saludo al Comandante Guevara. Este hecho aún me estremece al recordarlo.
Otros me resultan imprescindibles no olvidar, sobre todo porque no olvido a quienes expusieron sus vidas durante el salvaje ataque terrorista contra el Circulo Infantil Le Van Tan, en Marianao, mucho menos la primera vez que fui a la Sala Oncológica del hospital pediátrico William Soler, de la capital cubana. Allí, en plena avenida, una valla explica muchas razones en pocas palabras: “No hay nada más importante que la sonrisa de un niño”.
Es por eso que resulta difícil escribir por el Día de los niños y prescindir de lo que marcó nuestra propia infancia, del por qué luchamos para evitar, en nuestra Patria, las imágenes de niños destrozados por la metralla imperialista, privados para siempre de su derecho a vivir, solo a vivir, una vida, la única que tenemos, pero digna y con decoro.
Antes, pienso en que las coloqué de un tirón estas letras. Pensé en la Edad de Oro, de José Martí, en la grandeza de sus cuadernos martianos, en un Fidel que nunca tuvo más grandes sus grados de Comandante en Jefe, que en los momentos que su risa se fundía en el abrazo de los niños en los Palacios de Pioneros de Cuba.
Sé que resulta difícil escribir estas letras, porque tantas imágenes de felicidad no pueden describir toda la historia de un país que decidió, para sus hijos, un país independiente y en el cual todos tengan derecho a cultivar sus propios sueños en nombre del futuro.

Esta canción, La maza, de Silvio, es un canto que dice mucho de lo que apenas pude escribir con mis palabras.



Si no creyera en la locura
de la garganta del sinsonte
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura.
Si no creyera en la balanza
en la razón del equilibrio
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza.
Si no creyera en lo que agencio
si no creyera en mi camino
si no creyera en mi sonido
si no creyera en mi silencio.
que cosa fuera
que cosa fuera la maza sin cantera
un amasijo hecho de cuerdas y tendones
un revoltijo de carne con madera
un instrumento sin mejores resplandores
que lucecitas montadas para escena
que cosa fuera -corazon- que cosa fuera
que cosa fuera la maza sin cantera
un testaferro del traidor de los aplausos
un servidor de pasado en copa nueva
un eternizador de dioses del ocaso
jubilo hervido con trapo y lentejuela
que cosa fuera -corazon- que cosa fuera
que cosa fuera la maza sin cantera
que cosa fuera -corazon- que cosa fuera
que cosa fuera la maza sin cantera.
Si no creyera en lo mas duro
si no creyera en el deseo
si no creyera en lo que creo
si no ceyera en algo puro.
Si no creyera en cada herida
si no creyera en la que ronde
si no creyera en lo que esconde
hacerse hermano de la vida.
Si no creyera en quien me escucha
si no creeyera en lo que duele
si no creyera en lo que queda
si no creyera en lo que lucha.
Que cosa fuera...