Claudia Rodríguez León
Foto tomada de la Internet
Sumario: El gobierno de Estados Unidos dispone
extender la presencia de sus drones al Caribe, una variante que cambiaría el
panorama en la región cuando se inicien los primeros ataques de estos aviones
no tripulados contra supuestos objetivos vinculados al narcotráfico.
La Casa Blanca ha dado luz verde a uno de los
objetivos que le permitirá establecer su control militar global, pero esta vez
sobre Latinoamérica. Así lo demuestra la decisión del Departamento de Seguridad
Nacional norteamericano (DHS) de autorizar el vuelo de aviones no tripulados
(drones) bajo el pretexto de vigilar el mar Caribe y el Golfo de México en
función de “combatir” el tráfico de drogas.
Sin embargo, la decisión de Washington esconde los
verdaderos propósitos de un programa vinculado a la presencia del Comando
Ciberespacial como centro de operaciones de inteligencia y espionaje,
específicamente contra las naciones consideradas enemigos de Estados Unidos y
contra las cuales se aplican todas las variantes desestabilizadoras que oscilan
desde los atentados contra los líderes de los gobiernos populares (Venezuela,
Bolivia y Ecuador, por citar ejemplos), los ataques mediáticos y los golpes de
estado. Prueba de ello fue el reciente gorilaza del parlamento paraguayo contra
el presidente constitucionalmente elegido, Fernando Lugo.
Según la cadena Fox News, el Servicio de Aduanas y
Protección Fronteriza de Estados Unidos le pidió al gobierno federal la suma de
cinco millones 800 mil dólares para efectuar las nuevas operaciones de los
drones. Una forma de encubrir la forma de emplear la tecnología aeroespacial
más avanzada en los arsenales del Pentágono.
Los drones _que se utilizan actualmente en misiones
de espionaje, fundamentalmente en las zonas de conflicto del Medio Oriente y
Asia_ han dejado una estela de muertes de civiles y la destrucción de
instalaciones médicas (de las llamadas colaterales) al lanzar sus cohetes
programados contra estos objetivos.
De cierta forma se cumple el sueño del señor
presidente Barack Obama, al considerar su apoyo al desarrollo de toda una flota
que pueda mantenerse en operaciones en los cielos de casi todo el planeta
(recuérdese la posibilidad de volar drones con energía solar). Según informes
emitidos por el Pentágono, se calcula que existan actualmente alrededor de 7
500 de estas aeronaves, utilizadas, fundamentalmente, en Afganistán, Iraq y en
zonas de Paquistán. También se han
producido incursiones secretas sobre territorio de Irán, y de otros países del
área en conflicto. Lo que para el gobierno, en Washington, es un sueño; para el resto del mundo resulta una verdadera pesadilla.