"Y oiréis de
guerras y rumores de guerras; (…)
pero aún no es el fin.
Porque se levantará
nación contra nación,
y reino contra
reino"
(Mateo 24:6-7).
Se
avanza más rápidamente en tecnologías para la guerra que en la búsqueda de
soluciones a dos de los grandes flagelos convertidos en apocalípticos para la
humanidad: el hambre y las enfermedades. En ambos casos, en la era moderna,
ambos son condicionados por la voracidad imperial del gobierno de los Estados
Unidos y sus aliados contra el resto del mundo.
La
bipolaridad que amenaza al mundo no se dirime en la existencia de dos bandos de
potencias (identificados en los territorios de Rusia y China, de una parte y
Washington con sus naciones mercenarias europeas, bien identificadas por su
participación en las nuevas guerras, sin excluir el estado de Israel, en el
Oriente Medio), porque la carrera por la supremacía mundial ha devenido en un
proceso irreversible, más ligado a la esencia salvaje del ser humano que a su
conciencia como ser social.
Los
arsenales de armas y las industrias en función de su desarrollo, superan las
expectativas futuristas de la humanidad actual. Puede afirmarse, sin medias
tintas, que el futuro es hoy, y nunca habían sido tan actuales las predicciones
de Fidel, líder histórico de la Revolución cubana.
Medios
de combate dirigidos por control remoto (drones: submarinos, aéreos y
terrestres) han sido conformados por materiales que los hacen “invisibles” a
los radares más sofisticados, aunque se ha demostrado la “inhabilidad” de los satélites militares _capaces de leer un
diario en las manos de un ciudadano en cualquier lugar del mundo_, luego de la “desaparición
del vuelo de Malasya, que aun deja, sobre la opinión pública internacional,
demasiadas interrogantes vinculadas a la voluntad de un grupo de países en la
confabulación más siniestra de la historia moderna.
Las
nuevas llegan en el resultado de los constructores del cañón Railgun, de la
marina de Estados Unidos, que se pondrá a prueba para 2016, después de una
década de ensayos para crear esta arma electromagnética capaz de lanzar un
proyectil a velocidades supersónicas (siete veces supera la velocidad del
sonido como se vanagloria el contraalmirante Mateo Klunder, responsable de
hacer pública la noticia, cuando afirmó: “Estamos
hablando de un proyectil con un alcance de 160 millas, a una velocidad que
puede ir a más de Mach 7 (8.575 kph)” y un alcance de hasta 200
kilómetros, desde una lanzadera ubicada en uno de los buques de guerra más
rápidos y modernos del planeta: el USNS Millinocket (JHSV-3), de la clase Spearhead.
Hace
unos días Rusia anunciaba la culminación del prototipo de caza bombardeo T-50,
un avión considerado una verdadera amenaza como francotirador aéreo de acuerdo
a sus prestaciones que lo hacen un rival varias veces más depredador que el
F-22 (Raptor), estadounidense, por su autonomía de vuelo, velocidad (500
kilómetros más rápido), ligero (puede aumentar la capacidad de misiles en sus
bodegas y alas, invisibilidad ante los radares y capacidad para lanzar misiles
aire-aire y aire-tierra a distancias muchas veces superior, a las de otras versiones
rivales en todo el mundo, con el propósito de abatir cualquier objetivo.
Antes
China, también había dado a conocer un proyecto similar, el J-31 (mejoramiento
tecnológico del J-20) con una longitud superior al F-22 (Raptor) que puede tener
su versión drone, en ambos casos.
Durante varios años de pruebas secretas, se han realizado más de 500 vuelos de cuatro de estos aviones rusos. Eso demuestra que muchos avistamientos por personas han identificado el vuelo de estos peligrosos ingenios con OVNIS. El próximo año se realizará su producción en cadena.
Las superpotencias que desarrollan estos aparatos denominados de quinta generación piensan en la vulnerabilidad de armas como el supercañón electromagnético norteamericano.
Como si
fuera poco la amenaza para la supervivencia humana es cada vez más amenazada
por las nuevos proyectiles guiados por láser y capaces de adaptar la
trayectoria, en pleno vuelo, con un margen de error de hasta seis metros del
blanco.
En más de una ocasión, pudiera decirse que en
(prácticamente) todas sus intervenciones en foros internacionales, el líder de
la Revolución cubana, alertó y advirtió la necesidad de detener estos procesos
de construcción de armas y concentrarse en salvar los destinos de la humanidad,
mediante la cooperación entre las naciones.
Lo peor es que vivimos en medio de una guerra
ciberespacial en la cual los bombardeos mediáticos causan millones de víctimas
en todas las latitudes, debido a las consecuencias que sufren millones de internautas obligados a vivir una realidad
virtual, sin capacidad de ofrecer una respuesta para enfrentar o denunciar a quienes los
manipulan desde las administraciones de las plataformas ciberespaciales
controladas por las agencias de inteligencia de la comunidad al servicio de los
círculos del poder mundial.
¿Cuál será el próximo país víctima de un ataque imperial
y sus aliados, quién podrá sobrevivir al último combate?