martes, 13 de diciembre de 2011

¿El gran salto de la señora Obama podrá cambiar a Washington?


Claudia Rodríguez León

Se acerca el fin de año y, entre tarjetas y felicitaciones, los “famosos” son codiciados en las páginas de los diarios por sus excentricidades. Según EFE, “la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, ha logrado escribir su nombre en el Libro Guinness de los Récords al lograr reunir a más de 300.000 personas alrededor del mundo dando saltos a la vez en un periodo de 24 horas, según ha anunciado ella misma en un vídeo”.

Meditar sobre la cantidad de saltos que equivale a esa cifra es digna de un record, pero habría sido mucho más efectivo si cada uno de esos improductivos saltos hubieran tenido un fin menos comercial y tamaña excentricidad le tomase un momento de reflexión a la primera dama estadounidense sobre los saltos que se producen en las tripas vacías de millones de personas en el planeta, de los saltos que se producen durante las 24 horas de todos los días a los que sufren como víctimas de las guerras que sostiene, en casi todo el mundo, el gobierno que preside su esposo, el señor Barack, desde la Casa Blanca.

Según el cable, la señora Michelle se reunió el pasado 11 de octubre con cerca de 400 niños en los jardines de la Casa Blanca para tomar parte el evento que quiso enmarcar en su iniciativa "Let's move" (Movámonos), con la que trata de combatir la obesidad infantil. ¿Obesidad infantil? Y, ¿no sería mejor luchar contra la desnutrición de millones de niños que padecen hambre endémica debido a la política impuesta por el imperio norteamericano?

Por supuesto, la primera dama dejó clara su intención: "Quiero ser la primera en hacerles saber una noticia estupenda. Recordarán que el pasado octubre me uní a cientos de niños, profesores y estudiantes a lo largo del país y alrededor del mundo para alcanzar un gran objetivo: romper el récord mundial de gente dando saltos con palmada en un periodo de 24 horas", explica la primera dama”. ¡¡¡¡Qué estupidez!!! Pero no fue la única, menos la primera, según el reporte de la agencia española, el antiguo récord registraba una cifra de 25.000 personas saltando, pero (aclara) esta vez los participantes han superado con creces esa marca, logrando superar las 300.000 personas.

"Quiero dar las gracias a cada niño que demostró que el ejercicio no es solamente bueno, sino que además es divertido. Es un logro importante, pero no se trata sólo de un día en octubre, de saltar o romper un récord mundial, sino conseguir que nuestros niños no sufran obesidad infantil", añadió Obama. ¡¡¡¡¡Pobre primera dama¡¡ Es aburrido no tener en qué pensar mientras su esposo ordena lanzar bombas contra pueblos donde mueren miles de niños que también mueren por el hambre y la desigualdad impuestas por un mundo dominado por las armas y amenazada la especie humana por las guerras de rapiña que realiza los Estados Unidos y sus aliados. ¿Dormirá tranquila? ¿Su esposo contará sus saltos, de estremecimientos, asediada por las pesadillas de quienes mueren por las bombas y metralla norteamericanas?

Lo peor de este salto que se registra en Guinnes es que no tiene nada que ver con una moderación en la política hegemónica y belicista de la Casa Blanca y mucho menos podrá cambiar la obesidad de los niños ricos, ni siquiera en Washington.

Rusia no es una isla del Pacífico.


Claudia Rodríguez Leon

Las recientes declaraciones de la secretaria de estado norteamericano Hillary Clinton con relación al proceso electoral ruso, deja entrever que la Casa Blanca está decidida a continuar su política expansionista en el Oriente Medio a cualquier costo. De hecho la insistencia en colocar un cinturón de misiles en derredor de Rusia, continuar los preparativos contra Siria e Irán, dejan claro que es un hecho que podrá ser consumado en los primeros meses de 2012. Sin embargo, lo peligroso no solo está en la posición asumida por Washington, sino en aplicar la fórmula de cuestionamiento a los procesos electorales de las naciones consideradas puntos oscuros del mundo que equivale a enemigo de los Estados Unidos.

Esta vez, la voz de Clinton lanza un mensaje claro a la potencia que le cortó el paso, recientemente, cuando se alistaban las tropas imperiales para tragarse a Siria. La reacción de la Casa Blanca no fue inmediata, pero tenían que buscar una válvula de escape para no quedar en ridículo frente a la opinión pública internacional. Solo dos variantes quedaban: atacar a Siria y enfrentarse a Rusia o esperar. Decidieron lo segundo. Es por eso que considero esta advertencia de la Clinton como una intromisión en los asuntos internos de una nación que además es una reconocida potencia militar mundial.

El gobierno de los Estados Unidos continúa lanzando sus señales de guerra al mundo. Esta vez parece tentar a Rusia, probar hasta dónde podrían resistir la embestida de esta guerra mediática.

Las razones que llevan el pronunciamiento de la señora Clinton van mucho más allá de las decisiones electorales rusas con respecto al candidato a la presidencia, Vladimir Putin, sino que fuerza una reacción mediática de cuestionamiento a partir de un arbitraje que no le corresponde a la representante del servicio exterior de ningún país con respecto a las decisiones soberanas de otro estado.


Tanto Mendeiev, como Putin, han reforzado el criterio de potencia militar de Rusia y no han dejado margen a la posibilidad de que Estados Unidos establezca el cinturón balístico sin que se recurra a la decisión (ya efectiva) de poner en disposición combativa de defensa y ofensiva a las fuerzas armadas rusas.


La Casa Blanca se juega una peligrosa carta para establecer el nuevo reparto del mundo. Pero está vez, y después de la posición asumida por Rusia al enviar un sistema de radares y cohetes a Siria, el comentario de la señora Hillary, solo equivale a una posición de soberbia que no será secundada por ninguno de sus aliados. De hecho la tirantez entre las dos potencias militares obliga a mantenerse, a los aliados de Washington, en Europa, en una posición de silencio y reserva.


Por supuesto, ninguno esta dispuesto a enfrentar un ataque balístico continental de Rusia. Aún, en su condición de aliados, las naciones europeas que siguen a la Casa Blanca, conocen muy bien lo que costaría, esta vez, el inicio de una nueva guerra.


En la foto, tomada de la Internet, el binomio Putin-Mendeiev, ambos sellaron el destino de Rusia como potencia militar y decidió enfrentar cualquier tipo de amenaza contra su territorio o naciones consideradas como estrategicamente aliadas (posición geográfica, como es el caso de Siria, donde existen bases militares rusas) durante su defensa.