Uno puede pensar lo que quiera, sobre todo después de leer un despacho de cualquiera agencia o publicación para la cual el centro de la cuestión trata de tergiversar todo lo relacionado con Cuba.
Sin embargo, hay que ser demasiad@ tont@ o estúpid@ para creer que Silvio Rodríguez, se ha convertido en un traidor a sus principios y a su Patria. Fíjense que digo "sus principios y a su Patria". Si emigra o no, es su derecho como ser humano. En cuanto a los medios para realizar su labor artística, los ha ganado y también compartido con su pueblo, allí donde se extienden las raíces: en los barrios.
Recientemente cruzó de barrio, no de pueblo, y se fue al México lindo y querido, para compartir su suerte de magia y unicornio en conciertos sin cobrar un centavo.
Todos saben que estuvo lejos de Chile, después del golpe de estado que realizó el desaparecido criminal y dictador Augusto Pinochet, en contubernio con las agencias de inteligencia, el ejército y el gobierno de Estados Unidos.
Solo hay que leer su misiva para que resulte y comparta ese fino humor criollo de saber mandar al... ignorante a pensar antes de hablar o decir lo que otros pregonan.El sitio digital Cubadebate lo publica bajo el título sugerente, escrito por el propio Silvio Rodríguez Domínguez: Me traje la Revolución cubana
Buenos días.
Estoy aquí
en Chile muy ansioso porque lleguen las 9 para irme a Ojalá a seguir mezclando
y poniendo voces a Amoríos (no es el Ojalá de La Habana, es otro Ojalá que
tengo aquí, con la misma gente que el de allá).
No sólo me
traje Ojalá. Me traje a mi familia, mi casa, mis tres perros, mi gato y mi
cotorra. Me traje mis calles y mis árboles, mis pájaros, mis vecinos, las
cabras que pastan en el solar de enfrene, las gallinas que comen de lo que pica
el pollo por los alrededores.
Me traje La
Habana, San Antonio, Jibacoa, Holguín, Nicaro (sé que si agarro la central
llego allá). Me traje a los 5, a la preocupación de Tony por un nido de palomas
que sólo ve en el instante en que pasa por cierto lugar. Me traje la Revolución
cubana.
Prepárate
Chile, que vamos a empezar de abajo hacia arriba, con una canción dedicada a
Miguel Enriquez y otra al Che Guevara. Por ahí nos pasaremos a la otra
Patagonia y rumbo norte. Hasta la Bahía de Hudson no paramos. Cuando menos lo
esperen los convido a comer arroz frito en en Nuevayol.
(Comentario
de Silvio en su blog a propósito de inventos noticiosos que lo situaban
pidiendo asilo en Chile).
Bien por Silvio. El problema no es lo que dicen o lo que falte por decir, el problema lo dice en su canción:
El problema no es
si te buscas o no más problemas.
El problema no es
ser capaz de volver a empezar.
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando.
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse.
El problema no es jugar a darse.
El problema no es de ocasión.
El problema, señor,
sigue siendo sembrar amor.
El problema no es
de quien vino y se fue o viceversa.
El problema no es
de los niños que ostentan papás.
El problema no es
de quien saca cuenta y recuenta
y a su bolsillo
suma lo que resta.
El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria.
El problema no queda en la gloria
ni en que falten tesón y sudor.
El problema, señor,
sigue siendo sembrar amor.
El problema no es
despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer.
El problema no es
que el tiempo sentencie extravío
cuando hay juventudes
soñando desvíos.
El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma.
El problema vital es el alma.
El problema es de resurrección.
El problema, señor,
será siempre sembrar amor.
si te buscas o no más problemas.
El problema no es
ser capaz de volver a empezar.
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando.
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse.
El problema no es jugar a darse.
El problema no es de ocasión.
El problema, señor,
sigue siendo sembrar amor.
El problema no es
de quien vino y se fue o viceversa.
El problema no es
de los niños que ostentan papás.
El problema no es
de quien saca cuenta y recuenta
y a su bolsillo
suma lo que resta.
El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria.
El problema no queda en la gloria
ni en que falten tesón y sudor.
El problema, señor,
sigue siendo sembrar amor.
El problema no es
despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer.
El problema no es
que el tiempo sentencie extravío
cuando hay juventudes
soñando desvíos.
El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma.
El problema vital es el alma.
El problema es de resurrección.
El problema, señor,
será siempre sembrar amor.
(1991)