lunes, 3 de septiembre de 2012

Septiembre: Las puertas de la vida



Claudia Rodríguez León

Foto tomada de Cubadebate e Internet

Sumario: Más de dos millones de alumnos y  2 000 educandos con discapacidad visual forman parte de esta oleada que entra a los planteles docentes con todas las garantías de un Estado capaz de priorizar la formación de valores y el derecho a la instrucción de todo el pueblo.

No por tradicional y esperado deja de ser un hermoso suceso el inicio de cada nuevo curso escolar en Cuba. En las calles, desde horas tempranas, se refleja en el rostro de los que comienzan esa alegría indiscutible de quienes formarán parte de los cientos de miles de estudiantes en todos los niveles de la enseñanza en el país. Más de dos millones de alumnos y  2 000 educandos con discapacidad visual forman parte de esta oleada que entra a los planteles docentes con todas las garantías de un Estado capaz de priorizar la formación de valores y el derecho a la instrucción de todo el pueblo.
Cuba defiende su futuro de soberanía e independencia al invertir, cada año, una importante cifra del presupuesto estatal en la adquisición de los recursos indispensables para la confección de los uniformes, materiales escolares, reparación y mantenimiento de escuelas, así como la preparación y formación del personal docente y la importación de tecnologías de informática y comunicación que implica duplicar los gastos debido al genocida bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos hace más de medio siglo.
Si pusiéramos ejemplos de la magnitud del curso escolar no es lo grandioso que resulta, indispensable reconocer que existen escuelas (hogares) donde un solo alumno _obtiene este beneficio del Estado cubano_, por causas relacionadas con discapacidades físicas o patologías que les impiden asistir a la escuelas.
Debo hacer referencia a los niños que se encuentran en los hospitales oncológicos de todo el país, como una muestra de los esfuerzos por mantener la esperanza no solo en la búsqueda de soluciones que permitan aumentar las perspectivas de vida de estos pacientes, sino que allí también llega la luz de ese farol que se encendió para siempre cuando el Ejército Rebelde dio la clarinada del Primero de Enero de 1959, cuando tiempo después otros miles de adolescentes y jóvenes cubanos llevaron el farol y cartilla para alfabetizar y se extendió por toda Latinoamérica esa alborada que hoy comparten otros pueblos del llamado Tercer Mundo, con el método cubano de enseñanza “Yo sí puedo.
Cada mes de Septiembre se abren nuevas puertas para la vida y en la Mayor de las Antillas, los sueños _ a los que aspiran millones de personas en todo el mundo_, dejan de ser quimera para convertirse en una perpetua y martiana realidad.