Claudia Rodríguez León
Fotos tomadas de la Internet
Claudia
Rodríguez León
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Sumario: Abordar
la retirada de la compañía petrolera española Repsol _que realizaba prospecciones
en Cuba_ obliga a introducirse en un tema complejo cuyas aristas van mucho más
allá de las declaraciones de los ejecutivos principales de la transnacional
española.
Abordar la
retirada de la compañía petrolera española Repsol _que realizaba prospecciones
en Cuba y después de haber gastado unos150 millones, de dólares o euros, en un
pozo seco_ obliga a introducirse en un
tema complejo cuyas aristas van mucho más allá de las declaraciones de Repsol,
precisamente, cuando todo parecía que marchaba bien y las pruebas realizadas en
el lugar de la perforación habían dado resultados alentadores.
Repsol
asumió que existen mejores perspectivas mucho más rentables en otros países
como Brasil y Angola. Es su derecho; sin embargo, podríamos tener en cuenta dos
elementos importantes a la hora de analizar esta retirada y, sin cuestionar, la
decisión de la compañía española que posee acciones de otros países
capitalistas reconocidos como Gran Bretaña y el propio Estados Unidos.
Primero, en
mi análisis, tengo en cuenta el duro revés que significó la decisión de la
República Argentina al nacionalizar el 51 por ciento de YPF, de la Repsol. Prácticamente
se movilizaron las naciones involucradas en la compañía petrolera, hubo casi un
sismo en la bolsa de valores y amenazas públicas por parte de altos
funcionarios de Repsol en los principales diarios de Estados Unidos, Gran
Bretaña y España; además del pronunciamiento agresivo de influyentes figuras vinculadas
a los círculos del poder en los gobiernos de la coalición imperial_ que
incluyeron, en consecuencia, la ridiculización de la presidenta Cristina
Fernández (incluso la calificaron de “ladrona”, izquierdista, etc).
Así lo
expresaron en la agresión mediática contra la medida nacionalista argentina:
El influyente diario estadounidense The Wall Street Journal
pidió la expulsión de Argentina del G-20, para castigar a la presidenta Cristina Fernández
por la nacionalización parcial de la empresa petrolera YPF.
El
diario arremete contra la mandataria al punto de calificarla de ladrona, pues
según su punto de vista, nacionalizar la empresa fue un robo a la transnacional
española Repsol.
“Al
robar Repsol, la señora de Kirchner pretende aprovecharse de los sentimientos
nacionalistas” y hacerse con los suministros de petróleo y los medios para
alimentar “la maquinaría del clientelismo político” asegura el influyente medio
de prensa.
En
su editoral, The Wall Street Journal acusa a Cristina Fernández de alentar
sentimientos nacionalistas para salvar su presidencia y de destruir el modelo
económico de la nación sudamericana.
Por
su parte, otro importante medio de prensa norteamericano, Washington Post,
calificó a la mandataria de populista y la acusó de apartarse del “progreso
económico” de sus vecinos.
En un artículo de opinión titulado “Argentina elige su pasado”,
el diario apunta que cuando fue reelegida presidenta el pasado octubre tenía la
opción de “continuar con el populismo autocrático que practicaba antes de las
elecciones o llevar a su país hacia los mercados globales y el mundo
democrático”.
Por
supuesto, otros diarios trataron de pasar un “paño tibio” al referir la
nacionalización como un derecho reconocido en la Constitución de Argentina, frente a
deficiente gestión de Repsol en la administración de YPF que “obligó a Buenos
Aires a desembolsar alrededor de 9400 millones de dólares en 2011 y para el
presente año el monto se incrementaría en 12 mil millones”.
No
obstante, más allá de estas cifras, lo cierto es que la estrategia económica de
las transnacionales se incluye el dominio de otras áreas de influencia en la
política de los gobiernos, en las cuales se encuentran, y condicionan (sin
exagerar) los destinos y soberanías de estos países en los cuales resultan
propietarios de los principales recursos naturales y hasta humanos, en el caso
de profesionales vinculados a estas superempresas.
Como si
fuera poco, “poco faltó” y, valga la redundancia, para que el Consejo de
Seguridad de la ONU, fuera convocado, por naciones capitalistas con intereses
en la Repsol, para efectuar un posible ataque de la coalición imperial contra
Argentina.
Tampoco
exagero si afirmo que, si bien una acción militar o intervención de fuerza contra
Argentina, no estaba entre las amenazas; al menos hubo quien (prácticamente) la
solicitó, con otras palabras. Pero bien, y para no perder el rumbo en este
análisis, expongo otro argumento que es consecuencia del primero y referente al
asunto central de este artículo: la retirada de Repsol de aguas cubanas.
Se conoce
que Cuba es miembro del ALBA y los recientes acuerdos de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), establecen una cooperación operativa en la esfera petrolera de Cuba junto a Venezuela e, incluyen, investigaciones y prospecciones de China como parte del negocio de extraer petróleo en aguas jurisdiccionales cubanas.
Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), establecen una cooperación operativa en la esfera petrolera de Cuba junto a Venezuela e, incluyen, investigaciones y prospecciones de China como parte del negocio de extraer petróleo en aguas jurisdiccionales cubanas.
El retiro de
la Repsol no ha significado ningún duro golpe para la economía cubana. Los
acuerdos petroleros con otras naciones continúan. La seguridad de encontrar
este combustible fósil (abundante) no es
una quimera para la Mayor de las Antillas, sino una realidad que se puede
determinar (y lo ha sido) con los avanzados medios tecnológicos que incluyen el
sondeo satelital.
Sin embargo,
el presidente de Repsol, Antonio Brufau, afirmó que “No haremos otro pozo” (en
Cuba), al presentar la estrategia de negocios de la compañía para el período
2012-2016 en una conferencia de prensa en Madrid. “El pozo que perforamos
resultó estar seco, y es casi seguro que no tendremos más actividad allí”.
Para
ratificar, técnicamente, la aseveración del señor Brufau, un especialista
estadounidense de la universidad de Texas, Jorge Piñón, declaró que “no se
encontró petróleo “a nivel comercial”. Pero en su ejemplo literal olvidó
esconder otro argumento que pudiera referir (directa o indirectamente) la
presión del gobierno de Estados Unidos sobre Cuba, a partir de no permitir
fisuras en relación con el bloqueo genocida impuesto por más de medio siglo y
la efectividad de la vigilancia de sus agencias de inteligencia para la aplicación
de las leyes extraterritoriales Helms-Burton y Torricelly.
Veamos el
comentario del señor Piñón para ilustrar su ejemplo ante la salida de Repsol de
aguas cubanas: “Si usted tiene 100 dólares en el bolsillo, y yo le ofrezco
venderle: Cuba, Brasil o Angola, ¿cuál usted elegiría?”, preguntó. “Hay muchos
otros lugares en todo el mundo mucho más atractivos para la exploración”. No
había alusión más directa que esa en la cuestión de “vender” países. Como si no
bastara en la lista se sobreentiende que, en Cuba (con respeto a las dos
naciones mencionadas en el ejemplo de Piñón) la soberanía del país no se
condiciona a la influencia de transnacionales extranjeras.
De ahí que
el propio Piñón se contradice al comentar el hecho de que (Repsol) no se haya
encontrado petróleo en dos pozos; no indica (necesariamente) que la ausencia de
otros depósitos (es obvio que los hay y se conocen estas probabilidades casi en
una escala superior al noventa por ciento de acuerdo a las investigaciones
científicas).
Por ejemplo,
el Servicio Geológico de Estados Unidos ha estimado que el área cuenta con
5,000 millones de barriles de crudo, mientras que funcionarios cubanos fijan la
cifra en 20,000 millones de barriles. La cuenta por la parte cubana no maximiza
es más bien conservadora con respecto a la estadounidense. También los
norteamericanos lo saben y, en consecuencia, lo que significaría para la Mayor
de las Antillas y el propio gobierno de los Estados Unidos, la posible
extracción de importantes volúmenes de crudo. Esto (obligaría al gobierno de
Estados Unidos) verse obligados a flexibilizar sus medidas de bloqueo contra la
Isla, de lo contrario tendrían que castigar a Repsol por violar el bloqueo
imperial contra Cuba.
Por otra
parte, la retirada de la Repsol se plantea otra pregunta crítica: si podrá
continuarse la exploración petrolífera junto a las costas de Cuba cuando
solamente _una plataforma en todo el mundo, con las características
tecnológicas de la retirada por transnacional española_ , la Scarabeo-9, puede
operar allí.
Se trata de
una plataforma que fue construida en Asia con menos del 10 por ciento de equipos
estadounidenses para no ser multados por las medidas extraterritoriales vigentes
en el bloqueo de Washington contra Cuba.De esta forma lo sentenció el señor
Piñón, prácticamente, convertido en vocero de la Casa Blanca en relación con
este asunto:
“Como
alguien dijo una vez, el problema de Cuba es que el Scarabeo-9 es la única pala
con la que Cuba puede cavar en busca de sus posibles tesoros petroleros”,
comentó. ¿Acaso tamaña aseveración no demuestra la presencia de malas
intenciones, o mejor dicho directas presiones de la Casa Blanca sobre Repsol?
Incluso,
estas líneas, confirman lo anterior: Afirmó (días atrás) que se había
encontrado un pozo seco tras la primera perforación de la plataforma
semisumergible Scarabeo-9. Pocos días después, que Repsol, recibió otras dos
malas noticias: cuando el gobierno de Argentina nacionalizó la sucursal de YPF,
en el país sudamericano, y Cuba aplaudió la nacionalización ejecutada por el
gobierno de esa nación miembro de la CELAC.
De hecho,
más que una huella de incertidumbre, Repsol ha dejado el “gato encerrado” en su
decisión. Por supuesto, nada tendrá que hacer después que Washington cabildea
en secreto las decisiones que mueven a estas importantes compañías o
transnacionales de acuerdo con sus intereses (los de la Casa Blanca) en el
mundo.