Claudia Rodríguez León
Foto tomada de la Internet
Sumario: La multa del
Departamento del Tesoro de Estados Unidos a ING Bank, ha demostrado la forma
brutal y genocida de la Casa Blanca en su propósito de mantener un bloqueo
contra Cuba que impida cualquier actividad comercial o financiera con el resto
del mundo.
En la foto, el señor Szubin, muestra su bravuconería contra Cuba al multar a ING Bank por transacciones financieras prohibidas en las leyes extraterritoriales de Washington.
En la foto, el señor Szubin, muestra su bravuconería contra Cuba al multar a ING Bank por transacciones financieras prohibidas en las leyes extraterritoriales de Washington.
Podría calificarse de
absurdo, pero la palabra más exacta es genocidio si debemos calificar la
imposición de una multa _por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos_
ascendente a 619 millones de dólares a la institución bancaria holandesa “ING
Bank.” No puede interpretarse de otra manera. Una vez más la administración de
la Casa Blanca actúa como si estuvieran en el viejo Oeste cuando iniciaron la
expansión hacia el territorio méxicano y exterminaron, prácticamente, a los
pueblos autóctonos originarios.
Esta vez se trata de un
asalto si queremos denominar la grotezca multa a la ING Bank, por tramitar de
conjunto con subsidarias en Francia, Bélgica, Holanda y Curazao, acciones
financieras y comerciales de entidades cubanas a las cuales vigila la Oficina
de Control de Activos Extranjeros (OFAC), adjunta al Departamento del Tesoro
norteamericano.
Se confirmó que es la mayor
multa impuesta por la OFAC, en toda su historia, lo que puede resultar
determinante para calcular el odio visceral que impone Washington cuando se
trata de Cuba y, sobre todo, después de la reciente maniobra en la cual determinaron
arrebatar la marca del ron Havana Club, en otra de las expresiones que
advierten la puesta en práctica de una ofensiva anticubana en todos los frentes
de esta guerra ya no encubierta del gobierno de Estados Unidos contra la Isla.
Lo anterior es evidente en
la expresión del director de la OFAC, Adam Szubin, quien utilizó un lenguaje
amenazante e irrespetuoso que se avala en la impunidad de Estados Unidos para
aplicar sanciones a partir de leyes extraterritoriales que también, como es
este caso, afectan a otras naciones involucradas (por lógica) en relaciones
comerciales con Cuba.
Debo hacer un aparte para
explicar algunas cuestiones que hacen de Cuba un socio comercial fiable:
Primero es garante de pago
y posee las condiciones de un país soberano y políticamente independiente con
una sociedad organizada en la cual no se observan las situaciones que presentan
otros países (indignados en las calles, pobreza extrema, desatención del estado
a las cuestiones básicas necesarias, educación del más alto nivel, profesionales
en todas las esferas del conocimiento, científicos que han logrado realizar
avances en campos de la medicina aplicada a los humanos, farmacología, así como
en las áreas agropecuarias y agrícolas, por citar algunos ejemplos) en cuanto a
las medidas internas para enfrentar las crisis generadas por el capitalismo en
su fase imperialista.
Segundo Cuba ha mostrado
una alta capacidad para asumir las deudas contraídas a pesar de que _cualquier
transacción comercial o financiera_ implica enfrentar cifras multiplicadas por
el riesgo que corren los socios ante la vigilancia extrema de las agencias de
inteligencia de Washington.
Considero que son
suficientes, aunque pudiera enumerar muchas razones más.
Sin embargo, la
justificación (sin lugar) de la Casa Blanca expresa (en las palabras del señor
Szubin) que “nuestras sanciones reflejan los principales intereses de seguridad
nacional y de política exterior de Estados Unidos, y la OFAC las aplica
agresivamente. El anuncio debería servir como una clara advertencia a
cualquiera que considere aprovecharse de evadir las sanciones de los Estados
Unidos.”
Entiéndase que dijo:
“cualquiera”. De esta forma el director de la OFAC, no dejó fuera a ningún
país, ni siquiera a muchos que son aliados incondicionales en sus aventuras
imperialistas. Se trata de Cuba, en la expresión de una guerra abierta y
visceral. No puede explicarse de otra manera. Es una “advertencia”, ¡No! Es una franca amenaza, una flagrante
violación que perpetúa la absurda y obsoleta política de Estados Unidos contra
Cuba bajo las presiones y la persistencia de mantener un bloqueo que se
extiende por más de medio siglo contra una nación soberana, políticamente
independiente y reconocida con todos sus derechos en las Naciones Unidas.
Tamaña y soberbia medida
extraterritorial coloca al gobierno de Estados Unidos en una posición de fuerza
contra el mundo. Conocen, perfectamente, que Cuba defiende y demuestra su
invulnerabilidad militar. De ahí que los ataques contra la Mayor de las
Antillas sea la prioridad de cualquier mandatario estadounidense que defienda
los intereses de los círculos del poder y no del pueblo norteamericano a quien
también se le imponen sanciones previstas por la OFAC.