Así lo
describe El Nuevo Herald, en la cruzada mediática para desacreditar al gobierno
del Presidente Bolivariano Nicolás Maduro y reducir a cero el pronunciamiento
de respeto a las decisiones _sin interferencias foráneas en los asuntos
internos_ de los estados miembros de la CELAC y, de paso, revitalizar la posición
regente de la obsoleta OEA; como si fuera
la organización regional capaz de encontrar la cooperación entre los países miembros.
De
hecho tal intervención refuerza el criterio intervencionista de la Casa Blanca,
al pretender confundir a la opinión pública internacional con respecto a un
conflicto generado con el apoyo de los servicios de inteligencia de Estados
Unidos, Israel y la Unión Europea, para crear las condiciones de violencia y
desobediencia civil en la población de un estado soberano, mediante el apoyo
logístico, financiero y mediático de esta coalición imperialista para crear, en
Venezuela, una guerra civil que facilite la intervención _como segundo paso del
Consejo de Seguridad de la ONU_ y proponer la intervención militar directa de
tropas norteamericanas.
Según,
El Nuevo Herald, la declaración “exhorta a la paz y rechaza toda forma de violencia”,
cuando se conoce que la OEA, jamás representará los interese genuinos de los pueblos
que la integran, sino los del gobierno de Estados Unidos. Huele a azufre, como
señalara el físicamente desaparecido Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, con
respecto a la presencia de Washington como una sombra diabólica que demuestra
los intereses expansionistas del imperio norteamericano.
El
acuerdo fue aprobado “tras una tortuosa sesión que comenzó el jueves por la tarde
y se prolongó durante al menos 15 horas de tediosas negociaciones. Contó con 29
votos a favor y tres en contra de Estados Unidos, Canadá y Panamá”.
Solo
ver los que están en contra, permite entender el pronunciamiento siguiente de
la obsoleta OEA, al solicitar “que seis expertos adscritos al comité de las
Naciones Unidas para los derechos humanos preguntaron a Caracas sobre
acusaciones relacionadas a que las fuerzas de seguridad han propinado palizas y
torturas graves a algunos manifestantes, quienes habrían sido trasladados a
instalaciones militares”. Total infamia.
El
gobierno títere de Panamá, había solicitado la sesión extraordinaria de la OEA
para facilitar la jugada a Washington y lo demostró al criticar, en la
declaración el Consejo Permanente de la OEA, la “necesidad” de un
pronunciamiento sobre la situación en Venezuela porque "la OEA debe tener
una actitud más dinámica".
Por su
parte, la embajadora estadounidense (ante la OEA) Carmen Lomellin explicó que
decidió (su país) votar en contra porque el texto "tendría que ir más allá
y presentar un compromiso de la organización a principios democráticos. Tiene
partes buenas, pero no lo suficiente".
Para
Washington lo suficiente es el derrocamiento de la Revolución Bolivariana de
Venezuela, de forma violenta. Es por eso que el presidente venezolano Nicolás
Maduro rechaza que la situación de su país sea analizada por la OEA y considera
el bloque regional Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) es el foro más
apropiado.
Por su
parte Washington continúa la conjura y esparce su peligrosa influencia cargada
de azufre para dividir a nuestros pueblos del Sur y evitar que puedan impedir
_como previera nuestro José Martí_, que el imperio yanqui se apropie, con el
apoyo de gobiernos lacayos y serviles, de nuestras sufridas tierras de Latinoamérica.