Claudia
Rodríguez León
Foto tomada de
la Internet
Sumario:
Después de la victoria electoral y reelección del presidente Obama, concluye
uno de los mayores espectáculos en los Estados Unidos: ¿Quién será el nuevo
presidente? Pudiera llamarse a este reality show que deja un sabor de
inapetencia incontenible en millones de norteamericanos y cierra un capítulo del
cual pudiera sacarse una sabia conclusión: los más republicanos en USA son los
demócratas.
El resultado
de la reciente victoria electoral del presidente Obama está contemplado en la
tendencia de la política norteamericana a mantener el puesto por ocho años a los
mandatarios que más hacen por impulsar el desarrollo del Complejo Militar
Industrial en función de los intereses hegemónicos e imperiales de Washington.
En este sentido, el señor Obama ha demostrado una depurada raíz conspirativa
contra la Paz (recuérdese el vinculo de sus progenitores con la CIA y la USAID)
que lo coloca en el candidato número uno para mantener el curso de la guerra en
el Oriente Medio, a favor de la expansión norteamericana por el control de los
recursos económicos de todo el mundo.
De manera que
el sueño americano de millones de latinos que creyeron en el “color” del
presidente como una carta de cambio se convertirá en otros cuatro años de
pesadilla porque ni siquiera en su discurso la palabra “cambio” estuvo
presente. Ahora, el engaño, se escurre en un análisis de la cuestión migratoria
que debiera determinar el estatus de millones de latinos residentes en los
estados de la Unión, pero que _salvo el caso de las leyes extraterritoriales
que solo favorecen a los cubanos (pies secos y mojados) alentados a salir
ilegalmente del país_ mantiene en la expectativa a quienes esperan ser
considerados ciudadanos norteamericanos. Por supuesto, la mención a Cuba no
modifica (en ningún aspecto) un cambio de la posición belicista asumida por
todas las administraciones norteamericanas hasta la fecha, incluso el
incumplimiento (por la Casa Blanca) de los acuerdos migratorios con la Isla.
Claro está, la
congresista Ileana Ros-Lehtinen, no dirá una palabra por estos días. Al menos
hasta que baje la marea y ofrezca sus argumentos (por supuesto, si la volviera a llamar por teléfono) a quien calificó (al
presidente Barack) de incompetente en su gestión administrativa con respecto a
establecer una mano férrea sobre las naciones de Latinoamérica, teniendo en
cuenta la victoria de las revoluciones populares de marcado acento socialista
que se observan en Venezuela, Bolivia y Ecuador, por ejemplo; así como la
soberana posición de los estados del Caribe y el resto de América Latina (con
sus excepciones golpistas: Honduras y Uruguay). Especialmente contra las naciones que decidieron compartir su destino a partir de la necesidad de
establecer una alianza (ALBA y CELAC) que represente los verdaderos intereses
económicos, culturales, sociales y políticos a las naciones de la región.
Sin embargo,
no queda duda alguna al respecto de las posibilidades de un Congreso mayoritariamente
de republicanos y cuyas primeras recomendaciones o proyecciones será la de
boicotear cada gestión del señor Barack, si este (algo muy difícil) no sigue el
curso del guión que lleva a los Estados Unidos a una guerra por el control
económico y financiero del mundo.
De modo que el
reality Show presidencial ha terminado y las apuestas (si todavía algún ingenuo
cree en estas elecciones) toma su voto para lanzarlo sobre el tamiz de una mesa
en la cual solo pueden ver las jugadas los que mueven los hilos desde los
círculos del poder imperial.
Los
republicanos alcanzaron los 218 escaños necesarios para obtener la mayoría antes
de que finalizara el recuento de los votos entre (¿dos partidos?) candidatos
con una agenda común: proteger los intereses de los ricos.