Siempre será difícil escribir una crónica a
Fidel, el líder de la Revolución cubana, quien no permitió al Apóstol, José Martí,
morir en el año de su centenario y cumplió la promesa de que seríamos libres
cuando asaltaron al Moncada y volvieron en el Granma para ratificar el
compromiso convertido en histórico alegato de defensa con el nombre de La
historia me absolverá
Hablar de Fidel obligaría a evocarlo en
miles de anécdotas que trascienden al estadista y llegan a lo íntimo del pueblo
en una tarde para jugar basketball, en una de las tantas escuelas en el campo,
en la Universidad, el sorbo de café en la humilde vivienda de un campesino, su
dialogo interminable y sistemático con el pueblo…, su pueblo que es decir las
mujeres y hombres humildes de todo el mundo. De sus interminables jornadas junto a los hombres de ciencia que hoy conforman el polo cientifico cubano, en todo el país, lo que somos hoy a pesar de las críticas, los cuestionamientos de los enemigos del Socialismo y de nuestras ideas, a pesar del genocida bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos. Somos un pueblo libre, independiente y soberano.
Pero nada lo define más que la frase de
Abdelaziz Bouteflika
“Fidel viaja al futuro, regresa
y lo explica.”
Es también por eso que resulta difícil hacer
una crónica, por su cumpleaños, y sentir ese soplo de vida que inspira desde su
sonrisa, de toda la luz que emana de sus ojos, de su honestidad compartida.
Sus ideas inspiran a quienes defendemos el derecho a la justicia y la equidad y, para todos, un mejor futuro.
¡Gracias Fidel!