sábado, 7 de enero de 2012

Amenaza imperial en el ciberespacio


Claudia Rodríguez León

Foto tomada de la Internet


 Sumario: Trascendió que las plataformas ciberespaciales: Google, Facebook y Twitter amenazan con un apagón cibernético. Cuba está preparada para esta y cualquier contingencia.

Al expresar, en el sumario, que “Cuba está preparada para esta y cualquier contingencia”, no lo hago representando a ninguna indicación oficialista _como suelen llamarnos a quienes defendemos la posición soberana e independiente de Cuba_, cuando se trata de agresiones directas o indirectas de sus enemigos históricos: el gobierno de Estados Unidos y la mafia cubano-americana con todos sus grupúsculos contrarrevolucionarios dentro y fuera de la Isla.
Trascendió, en los medios digitales de información, que Cuba se ha convertido en un “tema espinoso” para la red social, por la trama perversa de la política y la legislación norteamericana vinculada a la Mayor de las Antillas. Es lógico. Han fracasado no solo los intentos de agresiones directas, sino las radiotécnicas como las emisiones de Radio y Televisión Martí, mediante el uso de globos aerostáticos, naves y aeronaves (militares como el C-130) que emplean en esta transmisiones.
Por otra parte, las actividades de los funcionarios de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA) no dejan dudas de su empeño en suministrar dinero y recursos tecnológicos avanzados para que puedan actuar como opositores dentro del territorio nacional, además de garantizar el pago a tuiteros profesionales, en Miami, así como a los servicios especializados (diferentes agencias con nombres como EFE y AFP, por ejemplo) que propagan contenido viral y reciben (como es el caso de los reporteros en el escándalo de el nuevo herald) por recibir parte de los fondos que provienen de los 20 millones anuales que el Congreso de los Estados Unidos destina a la Administración, por Ley, para la subversión en el país caribeño.
Se hace referencia que el mandato del Congreso (de Estados Unidos) es público, y se “justifica” que: tanto como los fondos destinados a la “creación de líderes (caso de Yoani Sánchez, entre otros)” y la “ayuda a campañas publicitarias y políticas (prensa occidental y damas de blanco, otro ejemplo)” pueden recibir “las nuevas tecnologías de la comunicación”. En otras palabras, la Ley en Estados Unidos decreta que Washington puede fabricar disidentes, blogueros y tuiteros contra Cuba, como si esto fuera lo más natural del mundo.
El cable asegura que, “en diciembre de 2009, el Washington Post publicó un documentado resumen de los debates en el Congreso, a instancias de Senador John Kerry, que pidió una investigación de esos escandalosos fondos que suministran una industria multimillonaria anticubana en Miami. Lo extraordinario es que hace unos días, ese mismo diario, ni siquiera se preguntó cómo fue posible que 50 tuiteros -según mediciones de la agencia AP-, ubicados fundamentalmente en esa ciudad (ver TrendsMap), generaran el 2 de enero más de 100 mensajes “spam” por minuto, que giraron en torno a la supuesta muerte del líder cubano Fidel Castro.

En la foto el senador Kerry


Se trató de una avalancha de mensajes con las etiquetas #FidelCastro y Fidel Castro, que corrían a la velocidad del rodillo de una máquina de lotería, que solo podía provenir de sistemas automatizados.
El análisis del reporte que cito asegura que: “es notable este desliz profesional del Washington Post, porque ese periódico y decenas de publicaciones en el mundo han estado llamando la atención sobre el cierre de cuentas en Twitter, tras el argumento inapelable de sus normas contra el “spam”, en la que han caído también, sospechosamente, integrantes del movimiento Occupy en Estados Unidos.
Para no ir demasiado lejos, The Wall Street Journal reseña las preocupaciones de la red de microblogging por el incremento de las cadenas virales, “que ponen en riesgo la utilidad de las redes sociales” y asegura que Twitter para fines de año contará con cinco programadores de “ciencia spam”, frente a los dos de ahora, y nueve especialistas en abusos de cuentas, como parte de su plantilla de 750 empleados.
Sin embargo, al ser interrogado por la prensa, el vocero de Twitter Jodi Olson ofreció una disculpa infantil sobre los contenidos y se cuidó de no mencionar la palabra maldita, “spam”, cuando le preguntaron por la campaña viral contra Cuba del pasado 2 de enero, aunque todos los usuarios que se asomaron a esa red social ese día podían reconocer las infinitas cadenas y así lo reflejaron las mediciones en Topsy, Google y el propio Twitter que ofreció Iroel Sánchez en su blog La pupila insomne y Cubadebate reprodujo. Si aceptamos por bueno lo que dijo Olson -”as you know, we don’t mediate content” (”como ustedes saben, nosotros no mediamos en los contenidos”)-, es legítimo pensar que el algoritmo anti-spam de la red social necesita serios ajustes.
No es la primera vez que Twitter patina frente a las políticas del gobierno de los Estados Unidos para Cuba. En octubre de 2010, después de varios días de cierre del servicio de envío de mensajes vía celular desde Cuba a Twitter, esta empresa lo restableció y anunció que era ella la que lo había deshabilitado. Twitter cerró esa posibilidad bajo presiones y quizás la amenaza de una multa astronómica de la Oficina de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro, que cuando ve algún dinero moviéndose 90 millas al Sur da el grito en el cielo, hasta que recibe las garantías de que este sirve al “cambio de régimen”, como establece la imperial Ley estadounidense.
Todavía Twitter debe la explicación de por qué cerró y luego abrió el servicio, que beneficia a los empleados locales de Washington en la Isla -el bloqueo de EEUU impide a los cubanos el servicio de comercio electrónico-. ¿Recibió Twitter una llamada “importante”, como en el verano del 2009, cuando el Departamento de Estado le exigió que no hiciera reparaciones en sus servidores para no interferir la guerra de mensajes contra Irán, activada desde esta red social?
Algún día lo sabremos. Mientras, cualquiera con un mínimo de sentido común frente a estos hechos tercos, puede llegar por sí mismo a la conclusión de que Twitter, como muchas otras compañías de internet estadounidenses, suele ser forzado a cumplir con las órdenes judiciales de los tribunales de Estados Unidos -lo vimos con la entrega de datos de los supuestos colaboradores de Wikileaks- y con las solicitudes de las diferentes agencias encargadas de velar por la ley. Y lo hace, aunque tengan que pasarle por encima a una norma elemental anti-spam que ellos, como debe ser, defienden ante sus usuarios”.
Así concluye el cable. La ciberguerra es un hecho. Cuba es un objetivo de estas plataformas que no pueden impedir la respuesta de quienes defienden la soberanía e independencia de la Mayor de las Antillas, aun frente a las amenazas de apagón de los dueños de Twitter, Google o Facebook.

En la foto, algunos de los agentes de la Seguridad del Estado que frustraron estos planes de subversión

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